Mismidades y Egomanías de un tal Vorazip

Un blog donde las arbitrarias opiniones de su redactor acerca de la vida y todo lo demás, generarán odios y adhesiones a granel.

viernes, septiembre 30, 2005

Autobiografía

 Posted by Picasa

Escribir sobre mí. Una ficción más, como la de los diccionarios enciclopédicos o como la de las biografías de las mesas de saldos. Poner en palabras aquella imagen de mi mismo que apenas se vislumbra en el diván los miércoles a las 13:15.
Diecisiete años esperaron mis viejos para tenerme. Debe ser por eso que llego tarde a todos lados. Pero es fácil echarle la culpa a un zapatero y a una ama de casa polaca que vivieron su matrimonio como pudieron. Por suerte, o porque lo intenté, el correr de los años ha aliviado mi cobardía en este sentido, ahora me hago cargo de quien soy o de quien creo ser, y solo le temo a los médicos y a las milanesas de soja de los grandes supermercados.
A mi padre lo recuerdo más con el corazón que por las anécdotas compartidas, mi madre, es hoy una mujer mayor a quien amo profundamente más allá de mis enojos y mis brotes de intolerancia cuando no me escucha.
Aludiendo entonces a una cronología arbitraria sujeta a una memoria también arbitraria, podría revivir recuerdos que seguramente silencian otros: el Dodge blanco y los asados de mi papá, los almuerzos en el colegio, mi madre y sus cajas de remedios esparcidas por toda la casa, la revista de Meteoro, las películas de Los Beatles en la televisión, la soledad de los domingos cuando mi viejo “se fue al cielo” y ese modo en que lo lloré años más tarde, tan cercano al que sugirió el gran Oliverio en uno de sus poemas.
La niñez es un lugar al que siempre se añora volver, un inmenso útero que nos libra de las circunstancias actuales, será por ello que la memoria se pone contenta y me trae de nuevo las primeras caricias con una amiguita del barrio, o los portaviones armados con el “ Mis Ladrillos”, o la pesca de ranas a la cual asisto ahora con remordimiento.
Escribir sobre uno puede reafirmar o confundir al hombre que figura en el DNI, ese nombre que nombra, en mi caso, a quien tocó la guitarra en un grupo de rock en los años noventa, ese que estaba tejido en el guardapolvo celeste del jardín de infantes, o el que está escrito, seguramente, en la ficha del dentista.
¿Quién soy en realidad? ¿El que creo ser? Las trapisondas de mi ego brindan su espectáculo. No diga que no se lo advertí. Y déjeme aseverar que la imaginación de ninguno es posible ante los vericuetos del suceder. Así, desde el Quilmes en que nací hasta mi vida de prestado en un departamento de Once oscuro y triste, ni yo mismo pronostiqué mi condición de cadete, lavacopas, fotocopiador, empleado administrativo, maestro de guitarra o representante de fotógrafos en estos últimos tiempos. Tampoco mi vida de prestado en un departamento de Once oscuro y triste. Y todos, hechos que no hacen más que verificar un presente de incertidumbre que acaso no sea más que una confirmación de que nunca he sido el mismo ni lo seré.
También le aseguro que tampoco imaginé mi pronta irrupción en el mundo de los calvos. Usted puede tomarlo a risa. Pero arriesgo que concretar mis amoríos con la profesora de química que tuve en 2º año del secundario era más viable que este frío que siento en la cabeza los días de mucho viento. Lo que es mucho decir, por supuesto. Así que comprenderá la magnitud de mi sorpresa.
En fin, sólo quedan ficciones, escrituras y lecturas posibles llenas de subjetividades. Incluso estimo que si estas frases hubiesen sido pensadas y escritas ayer, quizás el tono sería diferente, y usted y yo la pasaríamos mejor leyendo esta autobiografía, el color azul que no tiene el día de hoy, nublado como las imágenes casi oníricas de quien creo ser, haría divertido todo este menjurje de incongruencias.
Adjetivos como apasionado, hipocondríaco, cariñoso, inconformista, sexópata, esnob insoportable, estúpido, querible, querendón, querubín, atestiguarían que lejos estoy de ser un tipo original, y que podrían tildarme de fabulador quienes me conocen. Contar que he salido con tres psicólogas y que he sobrevivido a la experiencia hablaría de una persona prejuiciosa y torpe (lo que agregaría dos adjetivos más a la lista), referir sobre mi salvación de innumerables perros y gatos departiría sobre una sensibilidad que no se hizo presente aquella vez en que ante la pelea por una pelota en un partido de fútbol, no dudé en empujar deliberadamente a un adversario hacia un cactus que se encontraba a un costado de la cancha.
Tan singulares experiencias ¿qué dicen de mí?
Bueno, mejor no le cuento lo que dijo el que se cayó sobre las espinas. Si a estos hechos sumamos mi huída de la Facultad de Letras luego de seis meses teóricos y demasiado, mi acérrima defensa del cabello largo y los grandes escotes en la mujer, mi jactancia acerca de las cualidades humanas de algunos de mis amigos, no todos, ¿que aportarían?
Frustraciones varias, triunfos ignotos hasta para mi mismo, dinero escaso, hacen de mi aquel tipo que le gusta bromear y no le gusta que lo “jodan”.
Amo y ansío las pequeñas cosas, y me lo repito y lo recomiendo a aquellos que esquivamos los grandes logros con particular destreza.
Bromas aparte, ¡que lindo es ver dormir a la mujer que amás, que placentero es leer a Poe, ¿hay experiencia más maravillosa que ver a un amigo feliz? Que satisfacción brindan unos niños jugando, y lo digo yo que aún no tengo hijos.
Decir que he querido mucho, odiado menos, luchado bastante, disfrutado y sufrido por demás, son nimiedades que sonarán pretensiosas en estas ideas claramente superficiales en las cuales ni para hacerme el astuto soy astuto.
Pero aquí estoy, jugando el juego, por decirlo de un modo cursi, porque aunque el absurdo y el vacío sean la explicación final, y la religión, el ostracismo o cualquier camino lleve al mismo resultado, no me voy a perder la posibilidad de seguir adelante, no claudicaré ante la corrupción general, no caeré en el egoísmo atroz de cierta nueva casta, y no seguiré escribiendo mis utopías, porque este escrito se convertirá entonces en un manifiesto, y se supone que esto debe ser una autobiografía, ¿no?.

Gustavo Di Pace
Vorazip
el Basilisco
Chinaski
Palomaperropez

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

He sido invitado por palomaperrobagre a visitar este lugar al ser yo un lector de cadenas por logica consecuencia no podre nunca ser un lector de densos Blogs no obstante puedo vislumbrar que ha descubierto su vocación, asi que adelante Branca..Branca..Branca..León..León..León..

10:03 a. m.  
Blogger El poeta sin público said...

viejo de temperley: me encantaría tener respeto por sus ideas, pero confórmese con que le tenga respeto como ente, ser, cosa viva. Agradezco igual su tiempo.

Zaaar: que bueno saber de usted,le pido una cosilla, no se haga el popular invocando los nombres de estas personas, no le creo.

4:03 p. m.  
Blogger principio de incertidumbre said...

¿son amigos con el zaaar?

Lo único que faltaba.

4:26 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

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3:29 a. m.  

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